sábado, 13 de octubre de 2007

Capicúa


Como todos los días estaba esperando el colectivo que me deja a seis cuadras de mi casa. Esta vez en la parada me tocó quedarme a solas con la portera de la escuela, la situación se estaba poniendo incomoda porque a pesar de no tener mucho de que hablar las circunstancias me obligaron a hacerlo. Por suerte llego mi 326 y la señora esperaba otro. Al subir lo primero que hice después de sacar las monedas fue ver si había un lugar libre, preferentemente uno de los individuales. Que individualista que me estoy haciendo, pensé, y resignado me senté en el único asiento vacio junto a la señora de auriculares. Siempre eran los mismos personajes: el colectivero amargado, el gordo que cada tanto cabeceaba, el del celular, la del pantalón ajustado, el que lee apuntes para la facu y entre ellos yo, todos sumergidos en nuestro mundo. Pero este día fue diferente, había una chica hermosa, con el uniforme de una escuela que desconozco, estaba sentada con la cabeza apoyada contra la ventana disfrutando del temblor del motor contra su cráneo, que afortunado, seguramente mi boleto era capicúa pero no pude verificarlo en el momento, mis ojos estaban clavados en ella. Ya me tenia que bajar aunque no quería, me sorprendió que se levanto al mismo tiempo que yo y bajo en mi misma parada. Una vez en tierra me hice el que me ataba los cordones así podía seguir mirándola de atrás. Cruzamos la avenida y mi cabeza se maravillo al pensar que podía vivir cerca. No la estaba siguiendo, yo iba para mi casa y sorprendentemente ella seguía el mismo camino. Quizás vivió toda su vida en mi barrio y yo nunca me di cuenta, me imagine centenares de historias, trate de recordar si la había visto antes, me hipnotizo su pelo, me enamore. Estábamos a dos cuadras de mi casa y la intriga me carcomía las entrañas, -¿A ver si es la novia de mi vecino y amigo Horacio? Entre ella y mis amigos la elijo a ella, ¿Y si es la hija del loco que se mudo hace poco?-. Llegamos a mi cuadra y le rogué a dios que no se tome otro colectivo en la parada de la esquina, me emocione bastante al ver que saco las llaves y más al ver que no entro en lo de Horacio y tampoco en lo del loco que se mudo hace poco. Para mi sorpresa, ¡Entró a mi casa!, apresure el paso, le grite y cuando llegue me cerro mi puerta en la cara, toque timbre varias veces y no me atendía nadie, al parecer no estaba mi familia. Saque mis llaves y ya no entraban en la cerradura, me las guarde en el bolsillo y me tope con el boleto, lo miré y no era capicúa.

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miércoles, 10 de octubre de 2007

Se la dejo picando

En una de las primeras clases de fisica en la vida de Cacarulo® la profesora dicto un problema que proponia lo siguiente:


Se deja caer una pelotita saltarina de una balcon de diez metros, cada vez que rebota llega hasta la mitad de la altura del rebote anterior. ¿A que altura va a estar la pelotita en el quinto pique?.
Cacarulo lo resolvio muy rapido, le parecio extraño que una profesora para presentar una ciencia tan bella y exacta como la fisica haya utilizado un ejercicio tan facil. Ante la duda busco una trampa, debia tener algo mas rebuscado escondido, entonces el planteo se transformo en un verdadero problema. Para averiguar la altura de los piques habia que partir de diez metros y dividirlos por dos, esos cinco metros resultantes volver a dividirlos por dos para averiguar el segundo pique, y asi hasta llegar al quinto rebote pedido. En busca de una buena nota Cacarulo® se aventuro al sexto rebote, al septimo, al octavo y descubrió que todo era una farsa. Se acerco a la profesora y le dijo: - Profe, segun este ejercicio la pelotita nunca dejaria de picar, se puede dividir por dos eternamente y nunca se llegaria al cero.
La profesora desafiante le dijo:- Es imposible, ¿Como podes probarlo?
Cacarulo tomo la calculadora y dividió muchas veces el diez por dos. Nunca se llegaba a cero, la calculadora aguantaba hasta 0,5748747364653 pero podia seguir infinitamente. Ante esta situacion la profesora le dirigio a Cacarulo® unas palabras que lo marcaron de por vida: - Cacarulo, dediquese a hacer lo que yo le pida, que no es tan dificil.
Y la pelota quedo picando en la cabeza de Cacarulo®, como le pica la duda.

Cacarulo®: copyright de grego

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